Por Daniela Minnetti
“Quienes integraron el autodenominado “fuero antisubversivo” conocido también en los pasillos de tribunales, como el “Camarón”- provenían en su mayoría de la justicia de menores o eran “recomendados” por personajes vinculados a este fuero. Si, como hemos planteado, es posible observar que al interior del poder judicial las relaciones de alianza, de amistad y/o de parentesco conforman grupos diversos con intereses propios, este último dato nos lleva a reflexionar acerca de cómo la pertenencia a determinados fueros –con particulares lógicas burocráticas- incide también en la estructuración y características de estos grupos”
María José Sarrabayrouse Oliveira y Carla Villalta (Diciembre, 2004). De «menores» al «Camarón»: itinerarios, continuidades y alianzas en el Poder Judicial. II Jornadas de Investigación en Antropología Social. Sección de Antropología Social, Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Buenos Aires.
Parte del Poder Judicial fue un eslabón fundamental en el ejercicio del Terrorismo de Estado sufrido en nuestro país, entre 1976 y 1983. Como uno de los tres poderes que sostienen nuestro sistema de gobierno de tintes democráticos, lo cierto es que durante nuestros años más oscuros tomó un rol trascendental y fue funcional a un mecanismo aceitado de supresión de derechos. Algunos historiadores marcan el comienzo de esta relación tóxica entre los gobiernos de facto y el Poder Judicial con el primer golpe de Estado de 1930, cuando la Corte Suprema de aquella época emitió una acordada en la que declaraba que no iba a intervenir en la dictadura encabezada por el general José Félix Uriburu.
A partir de allí, es interesante observar cómo este órgano sucesivamente respondió a los intereses dictatoriales del momento. Tarea simple si tenemos en cuenta que, por ejemplo, el período que hoy recordamos se caracterizó por un plan concreto y determinado, el endeudamiento económico y el exterminio sistemático de un pueblo político y pensante. Ante un terrorismo tan organizado, era imposible equivocarse en cuanto a que se debía hacer y a quién se debía responder para mantener los espacios de poder. Sin embargo, años después, parte del Poder Judicial tendría más difícil la tarea de conservar su status quo dado que “la cuestión partidaria” los haría entrar en un mecanismo frenético de destrucción o salvación de figuras políticas según los resultados electorales del momento. Al día de hoy muchos se sorprenden y se indignan por el dictado de fallos en favor de empresas que fueron funcionales a la dictadura y se beneficiaron de ella, las mismas que en la actualidad forman parte de un asfixiante poderío económico.
En el comportamiento de aquél sector Judicial cuya vocación es la preservación de sus vínculos, podemos identificar dos de sus mecanismos fundamentales, el proactivo, mediante el dictado de resoluciones y sentencias que protegen a los actores involucrados y que subsisten a través de la compra de voluntades, y el omisivo, como la decisión consciente de hacer silencio ante cuestiones justiciables que ponen en riesgo al pueblo y a la Nación. Pero, como todo villano/a necesita un héroe/ína, del otro lado del status quo judicial existieron judiciales y abogados/as de la profesión que dieron su vida por la memoria, la verdad y la justicia. Agrupados en sindicatos o lobos/as solitarios, no dudaron en defender lo que creían justo y aguantaron y resistieron el embate de la dictadura, a pesar de que su devota vocación les podía costar la muerte o la desaparición.
Es el coraje y la osadía de esas personas, lo que nos guía a no desistir nunca, sin importar las trabas burocráticas, los vínculos políticos, las fallas del sistema, la pérdida de expedientes, la lentitud de los dictámenes, la pereza humana, el desprestigio mediático y por supuesto el silencio sepultural de los pasillos. Por eso, hoy y siempre recordamos aquellas épocas donde hacer Justicia se pagaba con el espíritu y el cuerpo, reflexionamos sobre nuestro rol en un estado social democrático y de derecho, y remarcamos nuestro compromiso en la búsqueda de una sociedad más justa y humana.
Que todos y todas tengan un reflexivo día de la memoria, un fervoroso comienzo en la búsqueda de la verdad, y el inicio de un diálogo constante con el concepto de justicia.